sábado, 18 de junio de 2011

En el bosque


Andaba por el bosque y tenía unas exacerbadas ganas de cagar. Pero no había ningún lugar donde dejar con confianza mis partes interiores al descubierto. Donde sea podía ver que un maleficio podía entrarme por el culo. La pesada penumbra envolvía todo el entorno. Rondaba un misterioso y tenebroso suspenso, una energía reptante y al acecho, esperando, observando. No confiaba en ninguna piedra, ni tronco, ni rama retorcida. Deseaba salir de allí, cagar con tranquilidad a la vera de un camino transitado. ¡Pero mi necesidad apremiaba con la mayor urgencia! Caminaba rápido y dirigía mi mirada aquí y allá sin distinguir que demonios integraban cada maraña de formas enroscadas y espesos colores oscuros. Musgo, hojas secas, tierra negra, madera podrida. Pequeñas zonas negras por donde mirara, seguramente ocupadas por pequeños engendros llenos de patas, ojos, pelos y antenas, alas, mandíbulas y asquerosas mucosidades.
Cuando las ganas de cagar ya eran insoportables, desesperado traté de despejar un pequeño lugar barriendo con mi pie. Lo hice en tres o cuatro sitios diferentes sin terminar de convencerme ninguno, hasta que en uno de ellos ya no aguanté más. Me bajé apresurado los pantalones y me agaché, apoyando una mano en el suelo frío y húmedo, clavándome algunos minúsculos palitos rebosados en barro y humus.
Cagué rápido y con miedo. Me limpié con un pañuelo rojo y blanco que tenía a mano y lo arrojé lejos. Me subí los pantalones con un escalofrío.
            Miré mi desecho donde lo había dejado, allí, en el suelo de ese lugar desagradable y vivo. Mi bosta ya formaba parte del collage de aquel paraje antiguo y formidable.
Cuando estaba por emprender mi huida de aquel circunstancial defecadero, me detuve un instante para observar el extraño contraste que producía el pañuelo que había usado con el entorno. Una ínfima porción del mundo civilizado, perdida en la espesura salvaje. Lo imaginé cargado de rencor por ser abandonado allí, en medio del odio de los que no comprendían su naturaleza. Entre el acecho y también la indiferencia de los que habitan el bosque.
            Caminé rápido entre los rasguños de los matorrales, respirando con agitación, con el único pensamiento, ahora, de salir de allí. Me sentía sorprendido por las ganas de cagar que había tenido hacía un momento. Cualquier idea de demorarme en algún lugar de este bosque me parecía inconcebible. Sin embargo, y casi sin pensarlo, me detuve para inspeccionar la palma de mi mano, la misma que había apoyado en el suelo un poco antes. Tenía allí una roncha abultada y pálida sobresaliendo de mi mano enrojecida. Un minúsculo punto negro se adivinada en medio del grano. ¡Una alimaña me había picado! Aspiré profundo y con fuerza, y después eché a andar de nuevo, dejando escapar un temeroso exabrupto. ¿Qué carajo me había picado? Mis pensamientos se tornaron confusos y desesperados. Mi mano quemaba. Aceleré el paso hasta casi correr, con ojos enturbiados de la angustia.
            Tropezando y jadeando, chillando y casi sin esquivar espinas, logré dar con el lindero del bosque, con el campo abierto. Seguí corriendo mucho más, con las sombras del bosque persiguiéndome, hasta caer rendido cerca de un pedrusco. Quedé un rato entre jadeos secos, doblado sobre mí mismo.
            Miré en derredor. El cielo nocturno, azul oscuro y vibrante, adornado por una gran luna oculta detrás de enormes y alargadas nubes negras. Las penumbras que secundan al ocaso parecían perdurar en ese halo espectral. Me sentí como en un infierno apagado y frío, solitario, pero poblado de maldades que observan desde lo remoto, en la distancia, en el tiempo, en la locura. Percibía presencias vigilantes, tanto desde los arbustos cercanos como desde algún gigantesco y lejano nubarrón oscuro.
            Por momentos me parecía divisar las colosales patas erectas de animales negros, como sombras, pastando o acechando lentamente, pendientes de mí, o ignorándome completamente entre la brisa helada. Enormes caminantes de estas estepas. Espías de la muerte, que observan impávidos con sus imperceptibles y malignos ojos.
Ahí estaban las espantosas criaturas y me sentía insignificante testigo de esta opulencia.
Continué andando, cansado, menospreciado por el viento gélido, burlado por las inmensidades. Caminé a través de esos espacios inconmovibles, con sentimiento lóbrego, hasta dar con la almohada en mi cara, en mi cama. Acomodé las frazadas desparramadas y me sumergí en un sueño profundo.



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domingo, 5 de junio de 2011

Cuento de hadas


"CL" dice:
a donde
Gabriel dice:
a donde?
"CL" dice:
te vas
"CL" dice:
eso dice tu nick
Gabriel dice:
ahhh!!!
"CL" dice:
que te estas yendo
Gabriel dice:
ja ja ja
Gabriel dice:
es para los otros
Gabriel dice:
los hago pasar y me voy
"CL" dice:
yo quiero entrar
"CL" dice:
dejame pasar
Gabriel dice:
bueno, pasá. Té? Café? Tostaditas con mermelada y queso blanco de cabra de monte? Mirá que bonita entra la luz de la mañana por la ventana. El fuego está ardiendo y ya puse la olla para el puchero.
Gabriel dice:
Un tazón de leche y los pájaros cantando a la entrada de la primavera.
"CL" dice:
mmm que rico
Gabriel dice:
el invierno se está yendo y ya se descongeló el arroyo
"CL" dice:
y me invitás a pasar la primavera con vos?
Gabriel dice:
por esta época es cuando mejor se dan los hongos, después vamos a buscar
Gabriel dice:
Hay un vino para la cena y estoy amasando el pan
Gabriel dice:
queso? hay salame de jabalí ahumado que me trajo un amigo
"CL" dice:
me estas tentando
Gabriel dice:
Uy! el agua está lista. Unos buenos mates con tostaditas con manteca. Antes que te levantaras traje la leche en el balde  y la puse en las botellas
"CL" dice:
y el dulce de que es?
"CL" dice:
lo hiciste vos?
Gabriel dice:
Está fresco pero que lindo ha salido el sol. Ideal para que me ponga a tocar la guitarra un ratito. Conozco una leyenda galesa sobre un duende y un reino de hadas y un caminante distraído
"CL" dice:
está buenísimo
Gabriel dice:
Vos cebate los mates y escuchá
Gabriel dice:
Dice la historia que Peer Gywait era un mozo del pueblo que le hacía los mandados a la señora Driffot, que tenía un almacén
Gabriel dice:
Todos los días Peer caminaba hasta la quesería del señor Kruck y le compraba 8 libras para la señora Driffot, y una para él. Le gustaba mucho el queso
Gabriel dice:
Así volvía, a través del camino del monte, cantando y devorando su queso
Gabriel dice:
En cierta ocasión se encontró en el camino con un anciano bien vestido y sonriente, que lo saludó
Gabriel dice:
Oh!!! JO JO!!! Buen muchacho, veo que estás comiendo un buen pedazo de queso!!! Vamos, hace horas que no como y me has tentado!! Te cambio un poco del vino de mi bota por un trozo de tu queso
Gabriel dice:
El muchacho accedió muy gustoso y bebió un buen trago del vino del viejo y a cambio le dio lo que le quedaba de su queso
Gabriel dice:
Siguió su camino luego de despedirse del viejo y al rato comenzó a sentir mucho sueño!! Es el mágico sueño del vino de la mañana!!!
Gabriel dice:
Así, pensó en que podría recostarse un momento el la verde ladera de una colina que vio allí cerca
Gabriel dice:
Hay!!! Pero el vino era mágico de verdad!!! Y con un encantamiento lo hizo dormir hasta la noche!!
Gabriel dice:
Se despertó con una melodía y un coro de voces celestiales y vio que en la ladera de la colina había una puertita de roble con detalles de oro y plata. Una luz salía por su minúsculo cerrojo!!
Gabriel dice:
Hay!! llegó Carlitos, te sigo el cuento más tarde
Gabriel dice:
Probá el dulce, es de frambuesa que lo hizo mi abuela (le ha puesto nueces de sorpresa!!!)
"CL" dice:
QUE PASO CON LA LUZ
Gabriel dice:
Bueno... la luz no era una luz normal...
Gabriel dice:
La luz salía como si fueran hilos luminosos, se estremecía y palpitaba y por momentos parecían odas de luz
Gabriel dice:
a veces era dorada otras era blanca. Y en ocasiones se ponía verdosa y hasta rojiza!!
Gabriel dice:
Hubieras visto la cara de Peer!!! Sin saber que hacer, pero movido por la curiosidad se quedó con la cara al lado de la puerta escuchando embelezado las notas que de ella salían
Gabriel dice:
De pronto la puerta se abrió
Gabriel dice:
y Peer de un salto se paró
Gabriel dice:
De ella un hada salió con vestido carmesí y una corona en la frente
Gabriel dice:
Detrás surgieron cinco hadas de desnuda y pálida piel, y largos y flotantes cabellos dorados como un rayo de sol
Gabriel dice:
Que haces tu a la puerta de nuestro reino? Vienes a dar, a vender o a pedir?
"CL" dice:
Espera
"CL" dice:
Que no puedo leer lo anterior
Gabriel dice:
Que haces tu a la puerta de nuestro reino? Vienes a dar, a vender o a pedir?
"CL" dice:
Ey
"CL" dice:
Esperame
"CL" dice:
Si dale
Gabriel dice:
Sigo?
"CL" dice:
Si
Gabriel dice:
Ok, donde me quedé? O sí...
"CL" dice:
Le preguntaron que hacia
Gabriel dice:
"Que haces tu a la puerta de nuestro reino?"
"CL" dice:
En su reino
Gabriel dice:
Vienes a dar?
"CL" dice:
Si
"CL" dice:
Si
Gabriel dice:
A vender?
"CL" dice:
No
Gabriel dice:
O a pedir de caridad?
"CL" dice:
No
Gabriel dice:
A lo que Peer respondió:
Gabriel dice:
"Nada puedo dar, ya que nada poseo, y de virtud ninguna fui dotado"
"CL" dice:
Y?
Gabriel dice:
"No he venido a pedir ya que nada necesito y mi espíritu está satisfecho"
Gabriel dice:
"Ah!!! Pero algo puedes vender!!!", dijo el hada. Se que llevas 8 libras de queso en tu saco!!
Gabriel dice:
Este queso no me pertenece, y su dueña es la misma que la de mis manos laboriosas.
Gabriel dice:
¿Y no nos puedes dar tu corazón?
Gabriel dice:
"Mi corazón ya tiene dueña y es la hija de aquella para quien trabajo. Ella me ha sonreído y mi alma ha sido bendecida"
Gabriel dice:
"Me parece bien, pero si no viniste a dar, ni a vender, ni a pedir, a que has venido?
Gabriel dice:
He venido atraído por vuestras voces que agitaron mi sueño. Me he encontrado aquí ya de noche y la única luz era la de su reino. Pero ya me voy, siento haberles molestado...
Gabriel dice:
No hace falta que te vayas pues ahora, si tu aceptas, eres nuestro invitado, y mañana a la mañana puedes marchar a terminar con tu recado.
Gabriel dice:
Doble de queso he de llevar, pero bueno, acepto de buena gana lo que ustedes deseáis ofrecerme
Gabriel dice:
Así, el hada lo encantó y su tamaño redujo para así por la puerta pudiera pasar, y lo que Peer vio adentro jamás me lo creerás...
"CL" dice:
Que vió
Gabriel dice:
Después continúo, voy a laburar un poquito
"CL" dice:
que malo
Gabriel dice:
Así son las historias

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